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Navidad negra

No hay razón para carnavalerizar la Navidad. Hay que respetar la fiesta religiosa y diferenciarla de la fiesta carnavalera.

Por Moisés Pineda Salazar

 

El solo título pudiera evocar aquella noche del 24 de diciembre de 1822 en la que, sin importarle el significado religioso de la fecha, atendiendo las ventajas militares que se derivaban de un adversario que, por razones de  sus creencias, aplicaba sus esfuerzos en menesteres distintos a los de la guerra,  Simón Bolívar ordenó al General Antonio José de Sucre asaltar y masacrar a la población confinada en la Ciudad de Pasto.

Durante tres días la soldadezca pasó a cuchillo, fusiló, violó y sojuzgó a más de 400 personas sin hacer distingos entre hombres, mujeres, niños o ancianos; blancos, indígenas, negros o mestizos. Todos sufrieron el rigor de la masacre ordenada como castigo a quienes, llamándose *Pasto Nación Española* se negaron a subordinarse al mando unificado del Ejército independentista.

Pero no.

No se trata de esa vergonzosa masacre que dentro de poco cumplirá 200 años.

El titulo tiene que ver con aquello de:

" En la playa blanca

de arena caliente,

hay rumor de cumbia

y olor a aguardiente.

En toda la rancheria

se ven *bonitos altares,*

entre millos y tambores

interpretan *sus cantares.*

El pescador de mi tierra

el pescador de mi tierra.

La gaita se queja,

suenan los tambores,

*en la Nochebuena

de los pescadores.*

La noche en su traje negro

estrellas tiene a millares,

y *con rayitos de luna

ilumina sus altares .*

Sí, me refiero a la canción de José Barros que describe con poética precisión, la simbiosis entre el folclor y la fiesta religiosa.

La música, la danza que engrandecen el ritual religioso.

Es la liturgia en la que la cumbia encuentra sentido, enluce y es enlucida en y por el encuentro colectivo de los pobladores del río alrededor de los altares y de los cantos sagrados en la nochebuena, en las fiestas de la Navidad.

He sido de los primeros en investigar y defender las relaciones que existen entre las tradiciones judeo/ cristianas y las raices folcloricas que son de nuestro patrimonio. Danzas, música y vestiarios que, al verlos, llevaron a un viajero Europeo por los años de 1826 a decir entre asombrado y perplejo:  " *no sé si estoy ante un ritual religioso o ante una fiesta pagana".*

Por eso, nadie me puede quitar mis tradiciones carnavaleras.

Nadie puede dudar de mi condición de cultor, promotor, indagador, actualizador, defensor y gestor- como el que más- de todas estas herencias festivas.

Si muriera esta noche, nadie me podrá quitar lo que me he gozado y bailado durante sesenta y cinco carnavales; pero tampoco me podrán desposeer de otras tantas navidades vividas alrededor del Pesebre y de la familia congregada al calor del amor y de repetir una y otra vez a son de maracas u panderetas aquello de " *Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto".*

Porque, una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa.

Una cosa son las ruedas de cumbia con motivo o en el marco de la Navidad o de las fiestas patronales. Y, otra muy distinta, convertir una fiesta religiosa en un viernes de reina de Carnaval.

Alguien está "metiendo las patas" al pretender carnavalerizar la cultura popular.

Por eso, elevo mi voz de protesta.

Cuando vi a la Reina del Carnaval y a su Comitiva en la Parada de La Luz, el 8 de diciembre, metida, vestida y comportándose como si estuviera en una performance en la noche de Guacherna.  La noche en la  cual ella,  y no María, ni la Navidad, son el centro. Al verla en tan anacrónico papel, pensé que todo obedecía a la ignorancia de quienes le manejan su agenda y su imagen.

Pero hoy, cuando veo el afiche en el que se anuncia que el 21 de diciembre, como una actividad financiada con recursos públicos, en el escenario de los alumbrados navideños del Malecón, como una más de las actividades del Reinado Popular del Carnaval, se llevará a cabo la coronación de la " *Reina de la Cumbia Tambó* ", concluyo que se trata de un línea de política pública en la que se "confunde la gimnasia con la magnesia".

Ya el Carmaval tiene suficientes no amigos como para que nos sumemos a ellos los que cultivamos las tradiciones culturales y festivas de caracter religioso que, está demostrado, fueron la matriz de la tradición folclórica que la Unesco reconoció como "Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad" y que, por razones del creciente proceso de urbanización y de secularización de la sociedad, terminaron por encontrar en los desfiles de carnaval un nicho para su escenificación.

Pero, eso no es razón para carnavalerizar la Navidad.

Hay que respetar la fiesta religiosa y diferenciarla de la fiesta carnavalera.

Así como hay que darle la preeminencia a la Reina del Carnaval en ese nicho festivo que le es propio, de la misma manera hay que darle el lugar  que les corresponde en su tiempo, a las creencias religiosas, a los rituales y a los personajes que los materializa o encarnan.

Lo que se está haciendo, no está bien.

Desvirtúa una herencia cultural religiosa que también debe ser protegida por las autoridades culturales y los operadores de eventos públicos.

Protesto por lo que están haciendo al carnavalerizar la Navidad!!

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