Gina Peluffo celebrando el cumpleaños número 19 de su hijo Jesús David.
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Zona Cero

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La madre barranquillera tuvo otros tres bebés, pero fallecieron durante el periodo de gestación

El sueño desde muy pequeña de Gina María Peluffo fue ser madre y esposa. Siempre tuvo como referente el matrimonio de 48 años de sus padres y lo feliz que han sido a pesar de las adversidades.

A los 22 años, Gina María conoció lo que ella consideró el amor. Meses después ante Dios y ante los hombres, ella y él se juraron amor eterno. Al mismo tiempo que era esposa, Gina terminó sus estudios, se graduó como técnica en Informática del Sena, después en Programación de computadores y en Secretariado en el Inca.

“Ya siendo una profesional quería cumplir mi verdadero sueño: el de ser madre”, contó a Zona Cero.

Muy pronto Dios la escuchó y junto con su entonces esposo recibieron las noticias de que serían padres de una niña.

“Me emocioné mucho porque mis sueños se estaban haciendo realidad. En ese momento tenía todo lo que necesitaba”, manifestó. Desafortunadamente la dicha no duró ya que un aborto espontáneo la sorprendió un día. “Fue muy duro para mí porque esperábamos a la nena con mucho amor. Me sentí muy mal, deprimida y sin ganas de vivir”, comentó.

Gina resalta que quienes la ayudaron a salir adelante fueron sus familiares, porque el matrimonio con su esposo ya comenzaba a tambalear.

Sin embargo decidimos darnos otra oportunidad y al año llegó al mundo el ser que más amo en este mundo. Mi hijo, mi adoración mi Jesús David. Yo no tuve problemas con ese embarazo, fue muy hermoso.  Mi bebé nació grande, gordito, pero se complicó a las pocas horas de nacido”, recordó.

A Jesús David se le subió la bilirrubina (pigmento amarillo que se encuentra en la bilis y se forma por la degradación de la hemoglobina) lo que le produjo convulsiones y que entrara en estado de coma.

“Durante los 31 días que Jesús estuvo en la clínica en ningún momento me separé de él y me hice muy amiga de las madres que llegaban a tener sus niños. Ya que yo no podía darle seno a mi hijo porque estaba en incubadora, yo me ordeñaba, le daba los teteritos a otros bebés, al igual que los pañales que no le quedaban a mi hijo. Ese momento en el que era el Seguro de Los Andes fue un momento estresante de mi vida pero muy hermoso”, recordó.

Gina está muy orgullosa de su hijo Jesús y asegura que no le cambiaría nada.

El vaso está medio lleno

Tu hijo se salvó, pero nunca verá o escuchará”, fue el diagnóstico que le dio el médico sobre Jesús David a Gina.  Para ese entonces, ella estaba tan enamorada de su bebé y agradecida con Dios. Solo quería llevarse a su hijo a casa y darle mucho amor.

“Recuerdo que antes de que dieran de alta a mi hijo una vecina hizo conmigo una cadena de oración y en ella me arrodillé y le di gracias a Dios por mi hijo. No me importaba nada, solo quería tenerlo conmigo para poder cuidarlo. Ese día que me dieron de alta decidí ver el vaso medio lleno,con el tiempo supe que de la bilirrubina le iba a quedar retraso mental, pero no me importó, lo quise más”, destacó Gina.

Con Jesús David en casa, la mujer se enfocó en las terapias de neurodesarrollo que incluían tratamiento en movilidad y desarrollo motriz. Todo con el fin de que su bebé se fuera superando y lograra hacer sus actividades por él mismo.

“Al principio fue difícil porque la EPS no me cubría esto. En ese periodo conté con el apoyo de mis padres, quienes se desviven por mi hijo. Con el tiempo, las terapias entraron en el plan de la EPS de Jesús David y hasta el sol de hoy él no ha dejado de asistir. Ella han sido la salvación de mi hijo, porque gracias a este trabajo al año y dos meses de nacido vio y escuchó por primera vez. Él estaba acostado en la cama después de un baño y yo me estaba poniendo un conjunto color verde de esos que no se pierde nadie. Me di cuenta que a él le llamó la atención el color y comenzó a mover los ojos, para asegurarme moví la camisa de un lado a otro y el siguió el movimiento con los ojos. Grité de la emoción y él se asustó con el ruido, lo que le hizo llorar. Ahí supe que Dios realmente está con nosotros”, comentó.

Mamá profesora

Lo primero que le enseñó a su hijo fue los colores, siguieron los números de 1 0 10, las vocales, el abecedario y cifras más grandes

Jesús David es muy inteligente. A sus 19 años todavía le gusta que le lea, que lo saque a pasear, ver programas educativos en la televisión, ama escuchar música y estar con su familia. Yo lo matriculé en un colegio normal siendo un niño. Durante ese periodo aprendió mucho, pero tuve un problema económico y me tocó sacarlo del colegio. Yo he sido padre y madre para mi hijo porque mi esposo se desentendió de nosotros y ni para un pote de leche me dio”, dijo Gina.

La familia de Gina ha sido fundamental para el desarrollo de Jesús David.

Surgió de las cenizas

Han sido muchos los golpes que le ha dado la vida a esta madre, pero como una guerrera ha sabido poner el pecho. Cinco años después de la llegada de Jesús, Gina perdió a otra niña a los 6 meses de gestación y otros cinco años después, subió al cielo otra bebé con solo cuatro meses en su vientre. Pese al dolor de la partida de sus “tesoros” como ella los llama, Gina se ha mantenido fuerte, al pie del cañón por ella misma y por su hijo.

Ahora se dedica 100% a su hijo y a evangelizar la palabra de Dios. “Desde hace cinco años soy pastora de una iglesia cristiana y trato de hacer ver el camino del Señor a quienes se sienten perdidos, así como en algún momento lo estuve yo”, recalcó.

Esta madre soltera no cierra las puertas al amor. A sus 43 años de edad espera algún día encontrar nuevamente el amor y darse una segunda oportunidad junto con su “precioso Jesús” como lo llama de cariño.

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