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Los documentales de la Deutsche Welle

La Deutsche Welle (Ola Alemana) es la cadena informativa de Alemania para el extranjero. Es financiada con fondos públicos del Estado Alemán, y utiliza diversos recursos para difundir sus programas, como la radio, la televisión y los multimedios más avanzados que se integran a Internet.

La DW ayuda a fomentar el periodismo y los medios de comunicación en todo el mundo, bajo el enfoque de la formación rigurosa y sería de los periodistas, y con el criterio del entrenamiento intercultural, enfatizando en la formación para el respeto de las diferencias culturales de los pueblos.

De hecho, en la oficina central de la cadena en Bonn, y en la ciudad de Berlín, laboran unos 3000 trabajadores fijos y autónomos de más o menos 60 países, al mando del director general, Peter Limbourg, para llegar a casi todos los rincones del planeta, con noticias, informes especiales, reportajes de actualidad y muchos documentales.

A estos últimos me voy a referir con más detalle, aprovechando que, bajo el paso de la cuarentena, me salí de la influencia de las informaciones cargadas de alusiones a la pandemia, para aprender más de otros pueblos a través del magnífico trabajo investigativo de la DW.

Algo importante que he podido notar es que en los documentales nunca se pierde la perspectiva crítica contra los gobiernos y las corporaciones, cuando son las causantes de los problemas. Este hecho tiene como raíz la independencia de la cadena para hacer su trabajo, la perspectiva respetuosa hacia los sectores populares y la formación de los periodistas.

Muchos de los documentales trascienden la mera descripción de las problemáticas, y se introducen en el terreno de las propuestas, lo que ilustra sobre la elevada capacidad de los investigadores. Es decir, la idea no es solo retratar la realidad, sino tomar partido con relación a las probables soluciones.

Tales alternativas tienen que ver con las medidas ecológicas que es necesario ventilar ante la destrucción de la naturaleza por parte de las empresas inescrupulosas. O ante la explotación y el maltrato de los trabajadores por las corporaciones multinacionales, que solo respetan la consecución de su ganancia.

De igual modo, con los análisis paralelos o a manera de conclusión, en los documentales, sobre el fanatismo o el terrorismo. No está de más decir que el enfoque periodístico de la DW se opone al fanatismo, al terrorismo y a las expresiones de autoritarismo de los poderes constituidos como tales.

Muchos de sus informes periodísticos tratan sobre las poblaciones más humildes y golpeadas de África, América Latina y Asia, o acerca de los grandes conflictos político-militares que han cruzado los siglos XIX y XX, siempre bajo una perspectiva crítica y con mucho equilibrio informativo.

No podían faltar en esas investigaciones los estudios sobre las migraciones africanas y asiáticas hacia Europa, como consecuencia de las terribles consecuencias de la pobreza y de la guerra. Siempre bajo el norte de unos análisis rigurosos, a través de los cuales se busca entender el porqué de la problemática, sin hacerle el juego a la xenofobia o al antihumanismo de la ultraderecha europea.

La oferta informativa y analítica de la DW se transmite en unos 30 idiomas a todo el planeta, especialmente por Internet. Resta por ver si algún cambio político en Alemania no transforma su fisonomía actual, de respeto por la verdad y el rigor, para adecuarla a los intereses de los partidos o los políticos que defienden el uso de la mentira como estrategia política.

Ojalá que esto nunca suceda, pues sería una gran pérdida para el periodismo que defiende el medio ambiente, el contacto pacífico entre las culturas y la libertad de información y de pensamiento.