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La megabiblioteca de Santa Marta: retroceder nunca rendirse jamás III

Si a la megabiblioteca de Santa Marta tuvieran que hacerle una película, tendrían que llamarse ‘Retroceder nunca, rendirse jamás’, y sería ya la tercera versión, la de Virna Johnson.

Para los 4 gatos que me leen y que quizás no saben qué es la megabiblioteca, yo les cuento rápidamente que es una mole de cemento que contrató Carlos Caicedo, cuando era alcalde de Santa Marta, en dos fases -es decir, para que coronaran dos contratistas- una fue adjudicada en 2014 y debió estar lista 5 meses después, y la otra, contratada en mayo de 2015, debió durar solo tres meses. Pero ambas fases han tenido tantas dilaciones y le han inyectado tanta plata que ya los samarios hemos perdido la cuenta de lo que hasta ahora es un tremendo elefante blanco.

¡Pero frescos!, que para eso estoy yo aquí, para contextualizarlos. Aunque en este blog empezaré por el final.

Les decía entonces que esta última parte de la película comenzó hace apenas unos días, cuando la alcaldesa Virna Johnson, en medio del coronavirus, fue a la megabiblioteca para continuar generando falsas expectativas. Después de recorrer la mole de cemento que para nada ha servido más que para simbolizar el abandono, la alcaldesa dijo que faltaban tan solo unos aires, instalar unos muebles y listo, ¡rapidito!, cuando los samarios quieran espabilar ya tendremos megabiblioteca.  

Lo que Virna Lizi no les dijo -pero que yo les cuento- es que esta última excusa que dio está respaldada, ¡no en uno!, sino en varios contraticos que nada tienen que ver con los $27 mil millones que ya se habían ripiado desde 2014 entre Carlos Caicedo y Rafael Martínez. Es más, ¡quédense sentados!, porque resulta que uno de esos contratos -para la construcción del sistema de aire acondicionado para el auditorio y el área de la biblioteca- costó la bobadita de 1.132 millones de pesos más.

Y lo más simpático del tema es que el contrato lo dejó firmado el exalcalde Rafael Martínez, a que no adivinan cuándo: ¡El 31 de diciembre de 2019! Así como lo lees, mientras tú y yo nos preocupábamos por pasarla juntos en familia y despedir el Año Viejo, Martínez despedía su alcaldía con este broche de oro que debió estar listo 5 meses después (mira el plazo aquí), pero que, como todo lo de la megabiblioteca, va para largo. ¡Aunque claro!, la culpa de la demora seguro que es del coronavirus. Ajá, ajá.  

Sin embargo, amigos que me leen, este no es el único ‘megacontrato’ que le han agregado a la megabiblioteca, pues resulta que en los últimos meses, antes de terminar su mandato, Martínez fue ensillando el burro sin tenerlo con dos contratos que no nos han contado: uno por $789 millones para la “dotación tecnológica” (diga usted, computadores y esas vainas) y otro por $334 millones para los muebles, escritorios y las estanterías. Muebles que nunca llegaron a la inauguración de la fase I de la megabiblioteca, que fue anunciada y cancelada por el mismo Martínez.

¿Y saben qué es lo más chistoso? Que, por cuenta de las demoras para contratar estos muebles, que finalmente no llegaron para el mandato de Martínez, a la Alcaldía le tocó suspender el contrato de los computadores -no por culpa del contratista- sino porque tenían los equipos, ¡pero ahora no tenían dónde ponerlos! (Lee aquí la razón de la suspensión)

Pero si creen que ya terminé, les digo que no. Resulta que Virna, en su reciente visita, nos contó que otra de las ‘bobaditas’ que hacían falta era la “dotación de los libros”, pero que no habían llegado porque estaban en Bogotá y, por la restricción del transporte, no habían podido traerlos. ¡Vuelve y juega!, Virna -haciéndole el tape a sus antecesores- no dijo que este era ooootro contrato más fuera de los $27 mil millones desperdiciados, esta vez por apenas $310 millones de barritas.

¡$310 millones en libros! Que, entre otras, fueron contratados el 16 de diciembre y debían ser despachados en las siguientes 2 semanas, antes del 31 de diciembre, aunque ya vamos para la vigésimo tercera semana y de los libros tampoco se sabe nada.

Toda la carreta para llegar hasta este punto y decirte: si alguien te pregunta cuánto nos ha costado la megabiblioteca y tú respondes que 27 mil millones de pesos, yo te diré que ¡estás equivocado! Ante tanta confusión con este meganegocio que tiene más contratos que los tentáculos de un pulpo, les saco calculadora pa contarles -exactamente- cuánto nos ha costado la megabiblioteca a los samarios: ¡Empecemos!

Megabiblioteca Fase I (ver contrato) - (ver adiciones)
Valor del contrato: $10.044.443.985
Adición 1: $1.897.622.894
Adición 2: $901.602.920
Adición 3: $857.837.386
Adición 4: $2.890.884.849
Lo que nos ha costado hasta ahora: $16.592.392.034

Megabiblioteca Fase II (ver contrato) - (ver adiciones)
Valor del contrato: $6.988.403.595
Adición 1: $1.216.815.048
Adición 2: $2.277.384.907
Lo que nos ha costado hasta ahora: $10.482.603.550

Sistema de aires acondicionados (ver contrato)
Valor del contrato: $1.132.068.194

Dotación tecnológica para la megabiblioteca (ver contrato)
Valor del contrato: $789.609.222

Dotación mobiliaria de la megabiblioteca (ver contrato)
Valor del contrato: $334.177.505

Dotación bibliográfica de la megabiblioteca (ver contrato)
Valor del contrato: $310.478.146

Yo no sé qué pensarán los 4 gatos que me leen, pero con esos $29.641.329.651 millones que hasta ahora nos ha costado la megabiblioteca, yo, en esta época de coronavirus -y con tanta gente pasando hambre- mejor me hubiera comprado 148 millones de mogollas de a $200.

Después de todo, ¡pa qué esa biblioteca tan cara! Si pa eso tenemos la del Banco de la República, que es espectacular: tiene internet, hemeroteca, acceso a consulta de bases de datos, revistas electrónicas, millares de libros... ¡y nadie la visita!.

P.D. No me digan Nostradamus si el día que la inauguren, harán un evento descomunal, gigantesco, desproporcionado, mesiánico, con luces, fuegos artificiales y grandes reflectores, con música triunfal… En esa época será posible porque ya no habrá coronavirus y, si lo hay, esperarán lo que sea necesario -ya esperado lo mucho, esperar lo poco- para darse el bombo necesario. Esa noche dirán que la megabiblioteca es histórica, la más grande del Caribe, que nadie nunca en Santa Marta había hecho algo así para la educación de los niños. Ese día los samarios creerán que celebramos la cultura, pero yo -y de pronto algunos de los 4 gatos que me leen- sabrán que no, que es una celebración como esas que hacen los que coronan… Esperen y verán.