Presidente Iván Duque en la ONU.
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"Llegó el momento de pasar de los discursos a las acciones, y Colombia está actuando"

Intervención del Presidente de Colombia, Iván Duque Márquez, ante el 74º período ordinario de sesiones de la Asamblea General de Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Señor Vicepresidente de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas. Excelentísimos Señores Jefes de Estado y Jefes de Misiones.

Saludo al Presidente de la Asamblea y también al Secretario General, António Guterres.

Hace un año vinimos por primera vez a esta Asamblea a exponerles la hoja de ruta que queríamos para construir una Colombia basada en la Legalidad, el Emprendimiento y la Equidad.

Mi país, que en este 2019 cumple 200 años de historia independiente, transita hoy un camino hacia un futuro de equidad, donde lo único que separa a un hombre o a una mujer de sus sueños es el sacrificio honesto de su trabajo.

Vivimos tiempos que demandan, de todos nosotros, no perder de vista nuestros retos más urgentes: la derrota de la pobreza extrema, la defensa de la democracia, la protección ambiental, la promoción del emprendimiento y la innovación, y el sostenimiento del imperio de la ley.

Esos son los faros éticos, sociales y políticos que guían la apuesta que queremos para Colombia y nuestra contribución a un orden internacional basado en el multilateralismo, la solidaridad y la autonomía. Creemos en la Legalidad, el Emprendimiento y la Equidad.

Hemos declarado nuestra biodiversidad como un activo estratégico, incluyendo su protección dentro de nuestra política de seguridad nacional

El más grande de los retos es el cambio climático y sus consecuencias sobre nuestros océanos, páramos, nevados, glaciares y costas.

Como lo he repetido a lo largo de esta semana, Colombia representa tan solo el 0,4 por ciento de todas las emisiones globales de gases efecto invernadero. Tenemos la sexta matriz energética más limpia del mundo. Contamos con el 50 por ciento de los páramos del planeta y más del 40 por ciento de nuestro territorio puede considerarse selva tropical húmeda, mucha de ella ubicada en nuestra Amazonía.

Colombia es uno de los países más vulnerables a los efectos del cambio climático. Todos debemos reflexionar globalmente, pero tener la capacidad de actuar localmente. Hace unos días, veíamos a los jóvenes del mundo reclamando acciones nuestras. Llegó el momento de pasar de los discursos a las acciones, y Colombia está actuando.

Hemos declarado nuestra biodiversidad como un activo estratégico, incluyendo su protección dentro de nuestra política de seguridad nacional. Tenemos claro que, en nuestro caso, la deforestación en la Amazonía y en todas nuestras zonas boscosas está directamente relacionada con la ilegalidad, con grupos armados al margen de la ley en busca de espacios para sus actividades ilícitas, alimentados por el narcotráfico.

En tan solo un año, hemos reducido la deforestación cerca de un 17 por ciento y seguimos comprometidos. Además, tenemos la meta de sembrar 180 millones de árboles al 2022, para que podamos juntos proteger nuestra tierra común.

Con orgullo puedo decirle a esta Asamblea que, a comienzos de este mes, junto a Brasil, Perú, Ecuador, Bolivia, Guyana y Surinam, todos países amazónicos, firmamos el Pacto de Leticia. Este es un compromiso internacional para proteger la Amazonía, para que tengamos cómo medir sus riesgos y los avances. Este pacto refuerza nuestra capacidad de gestionar, proteger y prevenir los daños en este importante patrimonio para nuestra existencia.

Protegeremos al Amazonas con nuestra soberanía intacta, ya que así debemos gobernar los problemas comunes.

En la protección de la naturaleza, en la lucha contra el narcotráfico y la criminalidad transnacional, en la defensa de la democracia y la libertad, en el fortalecimiento del libre comercio, en el manejo de las migraciones, tenemos que unirnos para diseñar y fortalecer los esquemas multilaterales de gobernanza, que nos permitan encontrarnos, reconocer los problemas y construir hojas de rutas para avanzar en su solución.  

Debemos trabajar por construir una sociedad mas consciente de que nuestro paso por el planeta es pasajero, pero los daños que podemos causar pueden ser irreversibles. Nuestra capacidad de crear nuevas alternativas de desarrollo debe estar acompañada de nuestra creatividad para evitar sus impactos negativos.

Hace un año, cuando empezó nuestro Gobierno, teníamos apenas el 0,1% de nuestra matriz energética en energías renovables no convencionales, como es la solar y la eólica. Y nos hemos propuesto pasar de los 50 megas que encontramos, a más de 1.500 megas al final de nuestro Gobierno. Esta es una verdadera revolución energética y ambiental.

Sabemos que el reto es grande. Más acciones se requieren de parte de todos. La comunidad internacional, los empresarios y los líderes de la sociedad civil, juntos, debemos caminar en la misma dirección.

Estamos creciendo por encima del promedio de los países de la región

Creemos en la combinación del imperio de la ley, en la promoción del Emprendimiento y en la búsqueda de la Equidad. Así queremos lograr el cierre de las brechas sociales y económicas. 

Hoy puedo decirles que hemos avanzado sin pausa hacia la transformación de nuestro modelo productivo. Ahora, como nunca, Colombia avanza en el camino de una economía de la inspiración, la creatividad, la tecnología y los servicios y bienes de valor agregado.

Por eso, apoyamos con orgullo la creación de empresas micros, pequeñas, medianas o grandes; la economía naranja; las nuevas creaciones tecnológicas y todos los emprendimientos que lleven a cada rincón de la tierra el producto del ingenio, el esfuerzo y el optimismo de la gente de Colombia.

Con eso en mente y alineados con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, con nuestro Plan de Desarrollo para los próximos años, ‘Pacto por Colombia, Pacto por la Equidad’, y un paquete legislativo de Reactivación Económica, logramos reducir la carga tributaria sobre las empresas y generamos los incentivos para que nuestro país pueda competir sin talones de plomo en los mercados internacionales.

Cómo resultado de estas iniciativas, en momentos de turbulencia para la economía regional y mundial, estamos creciendo por encima del promedio de los países de la región. Esto ha merecido el reconocimiento de los inversionistas del mundo.

Somos la Colombia resiliente que emprende y crece con equidad.

Más de 13.000 colombianos continúan su proceso de reincorporación

Por eso, hoy, en medio de los obstáculos, Colombia persiste en la construcción de una cultura de la legalidad, en la que, reconociendo nuestras diferencias, optamos por la convivencia; en la que el imperio de la ley se construye como el matrimonio indisoluble entre justicia y seguridad.

Hace un año manifesté que mi Gobierno iba a trabajar para que el proceso de desmovilización, desarme y reinserción avanzara con éxito.  Hoy puedo asegurar que la Paz con Legalidad se construye con paso firme. Actualmente, hay 29 proyectos productivos colectivos que vinculan a 1.934 personas que se la jugaron por una nueva vida y, en total, son más de 13.000 los colombianos que continúan su proceso de reincorporación.

Con la tranquilidad que nos da no ahorrar esfuerzos, puedo decir que hoy, frente a esta Asamblea, habla una sola nación convencida de derrotar la violencia de la mano de la legalidad.

Reitero el valioso acompañamiento y el trabajo de la Misión de Verificación de las Naciones Unidas. El apoyo y la validación de la comunidad internacional ha sido invaluable en este proceso de estabilización y, verdaderamente, esperamos que sigan siendo testigos del camino que construimos: el camino de la Paz con Legalidad.

En lo que va corrido de mi Gobierno, hemos erradicado y sustituido más de 90 mil hectáreas de cultivos ilícitos y no nos detendremos ahí

Así como le hemos cumplido a quienes escogieron el camino de la legalidad, también les advertimos de las consecuencias a quienes persistan en el camino de la criminalidad.

Hace unas semanas, un grupo de delincuentes intentó amedrentar a Colombia escondiéndose tras ropajes ideológicos. La realidad es que para ellos nunca hubo reincorporación ni desarme, porque simplemente nunca dejaron de delinquir, le mintieron a Colombia y se aliaron con la dictadura que oprime al pueblo de Venezuela.

En su intento amenazador encontraron un Gobierno que no cede ante las amenazas y, sobre todo, encontraron un pueblo que no se acobarda y que se indigna cuando la mafia se camufla de ideología. En este asunto no caben las dudas y, como Presidente de todos los colombianos, haré todo lo que esté en mis manos para garantizarle a Colombia una paz basada en la legalidad. En esta convicción no cederemos ni un milímetro.

Esa violencia encuentra soporte en las economías ilegales basadas principalmente en el narcotráfico. Nuestro Gobierno recibió más de 200 mil hectáreas sembradas de coca y, con grandes esfuerzos, logramos, por primera vez en más de 7 años, parar el crecimiento exponencial. En lo que va corrido de mi Gobierno hemos erradicado y sustituido más de 90 mil hectáreas, y no nos detendremos ahí.

El narcotráfico es un depredador del medioambiente, de la sociedad humana, es el nido de la corrupción y el combustible del terrorismo. ¡A más coca, menos paz! Por eso, la lucha contra el narcotráfico y las economías ilícitas es una batalla que requiere el concurso de todas las naciones en contra de los vejámenes de la producción, distribución y consumo de drogas. No hay país que esté exento de esta amenaza; el narcotráfico es un problema global y lo debemos enfrentar como tal.

Junto con naciones amigas, estamos impulsando un proyecto para crear la Corte Internacional Anticorrupción

Puedo decir, con convicción, que una de las peores consecuencias del narcotráfico es que alimenta la corrupción, debilita las instituciones e infecta el tejido social. La lucha contra la corrupción nos une a todos los colombianos y estamos unidos en la lucha contra este flagelo. No hay sistema político, social o cultural que no mire al abismo cuando sus instituciones son carcomidas por la corrupción.

En Colombia hoy ya son realidad medidas efectivas de transparencia, como la Ley de Rendición de Cuentas para todos los servidores públicos del país.

No estamos solos en esta lucha. Junto con naciones amigas, estamos impulsando un proyecto para crear la Corte Internacional Anticorrupción, porque, igual que el narcotráfico, este flagelo traspasa y desconoce fronteras y la comunidad internacional necesita una herramienta fuerte, que permita hacerle frente al fenómeno de la corrupción transnacional.

Colombia cree en el multilateralismo como medio integrador no solo de las economías, las ideas y la política, sino, sobre todo, como el escenario de las soluciones. Soluciones construidas sobre principios inalienables como la solidaridad, la fraternidad, el amor por la libertad, el respeto máximo por las decisiones de los pueblos y la defensa irrestricta de la democracia. Soluciones cimentadas sobre el rechazo a cualquier forma de tiranía y sobre pilares económicos de libre empresa, derechos de los trabajadores y libre comercio. 

 

Hemos acogido a los 25.000 niños de padres venezolanos, nacidos en suelo colombiano desde 2017 y con el riesgo de la apatridia

Desde 2015, al menos 4,2 millones de personas han abandonado Venezuela a causa de la brutal dictadura de Nicolás Maduro. Huyen de una Nación que fue rica y hoy está famélica; que fue una democracia y hoy es un régimen autoritario sin medios ni libertades; que vivió en paz y hoy sufre la opresión; que era una potencia económica y hoy su economía está devastada y sus ciudadanos escapan.

Colombia ha recibido la migración de aproximadamente 1,4 millones de venezolanos que huyeron del hambre y de la desesperanza; y los hemos recibido con los brazos abiertos y guiados por los principios éticos de solidaridad y fraternidad. Precisamente, porque entendemos la diferencia que existe entre el pueblo hermano de Venezuela y el régimen que lo oprime, tendemos la mano a nuestros hermanos que siguen cruzando la frontera.

Somos conscientes de que la solidaridad y la fraternidad deben traducirse en acciones y políticas tangibles. Hemos creado diferentes instrumentos para ayudar a los venezolanos. Hemos acogido a los 25.000 niños de padres venezolanos, nacidos en suelo colombiano desde 2017 y con el riesgo de la apatridia. Todos los niños del mundo tienen derecho a una nacionalidad y la colombiana es para ellos.

La crisis migratoria que advertimos hace un año, en este mismo recinto, es una realidad. Se agudiza cada vez más por la permanencia del dictador en el poder.

La tragedia venezolana tiene nombre y apellido y todos los conocemos. La posición de Colombia frente a la dictadura no se trata de disputas geopolíticas, sino de la necesidad que tiene el pueblo venezolano de ver su democracia restaurada.

Colombia no clama sola por la libertad en Venezuela. El Grupo de Lima y más de 50 naciones alrededor del mundo reconocen la Presidencia legítima de Juan Guaidó y participan activamente de la denuncia de los crímenes del dictador.

 

Como Presidente de Colombia, hago un llamado para que juntos, dentro del marco del derecho internacional y de los instrumentos del multilateralismo, le devolvamos a Venezuela su democracia, su libertad.

La dictadura venezolana es un eslabón más de la cadena del terrorismo transnacional

Señoras y señores, es el momento de llamar las cosas por su nombre: La dictadura venezolana es un eslabón más de la cadena del terrorismo transnacional. Sus estructuras corruptas son servidoras de los carteles de la droga, sus alfiles son secuaces de la mafia y alimentan la violencia en Colombia; refugian a asesinos y violadores de niños, y quienes ignoran estos oprobios son cómplices de la dictadura.

Mi Gobierno tiene pruebas fehacientes y contundentes que corroboran el apoyo de la dictadura a grupos criminales y narcoterroristas que operan en Venezuela para atentar contra Colombia.

Como Presidente de Colombia, haré entrega de las evidencias que sustentan esta afirmación al Presidente de la Asamblea y al Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas. Este dossier, de 128 páginas, contiene el acervo probatorio que demuestra la complicidad del régimen de Nicolás Maduro con los carteles terroristas que atentan contra el pueblo colombiano.

Ante la comunidad internacional presentamos la lista de una cuadrilla de menos de 20 criminales que traicionaron la generosidad de los colombianos, y hoy residen a sus anchas en varias ciudades de Venezuela. También revelamos la ubicación de más 1.400 hombres en armas pertenecientes a los bloques más peligrosos del Eln, y 207 ubicaciones controladas por esta organización criminal en territorio venezolano.

Los testimonios de los ciudadanos venezolanos que se quejan de la presencia del Eln en su territorio y la inocultable presencia de delincuentes en campos de entrenamiento, así como la existencia de 20 pistas de aterrizaje al servicio del narcotráfico, son muestra inequívoca del auspicio de la dictadura al crimen organizado transnacional.

Venezuela se ha convertido en tierra fértil para estructuras delictivas aliadas con el Eln, que no conocen fronteras.

Esos cabecillas que hoy gozan del abrigo de Maduro, son los mismos cabecillas que se reivindicaron durante años los ataques a los oleoductos, causando irreparables daños ambientales.

Esta es una conducta inaceptable que, como Jefe de Estado, debo denunciar ante la comunidad internacional.

Colombia no es un país agresor ni se dejará provocar por insinuaciones belicista. Pero siempre levantará su voz en ante tiranía.

Venezuela necesita el cese de la usurpación, la instalación de un gobierno de transición hacia la democracia, la convocatoria a unas elecciones verdaderamente libres y la recuperación del imperio de la ley en su territorio.

Los crímenes de Nicolás Maduro contra su pueblo son solo comparables con los de Slobodan Milosevic en la antigua Yugoslavia. Nosotros no podemos ser testigos indolentes de tanto dolor en nuestra Latinoamérica.

Para 16 países de Latinoamérica es evidente que la dictadura está violando las obligaciones establecidas en la Resolución 1373 del 2001 del Consejo de Seguridad de ONU

Por eso, el pasado lunes 23 de septiembre, la Trigésima Reunión de Ministros de Relaciones Exteriores de la Organización de Estados Americanos, actuando como Órgano de Consulta en aplicación del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (Tiar), adoptó una resolución histórica. En ella señala que “la participación de autoridades y entidades vinculadas al régimen de Nicolás Maduro en actividades ilegales, en particular el tráfico de drogas, el lavado de activos, el terrorismo y su financiación, la corrupción y la violación de derechos humanos” es una amenaza regional.

Para 16 países de Latinoamérica es evidente que la dictadura está violando las obligaciones establecidas en la Resolución 1373 del 2001 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Por ello, “de manera contundente, reafirmamos que el conjunto de esas actividades criminales, asociado a la crisis humanitaria generada por el deterioro de la situación política, económica y social en la República Bolivariana de Venezuela, representa una amenaza para el mantenimiento de la paz y la seguridad del continente”.

Quiero reiterar que este desafío requiere una acción colectiva constante, que desarrolle el principio de solidaridad global bajo la primacía en todo momento del multilateralismo.

Somos una voz contundente de la región que le pide al régimen de Maduro que cese su apoyo a los grupos narcoterroristas. Le solicitamos a la comunidad internacional que se adopten las sanciones que correspondan para salvaguardar los derechos y libertades de las presentes y futuras generaciones de colombianos y de nuestros hermanos venezolanos.

Por todo esto, aquí, en el escenario de encuentro del mundo, les expreso que, con valor, Colombia seguirá comprometida con la defensa de la democracia de Venezuela, pero que sin el apoyo de ustedes, sin el verdadero apoyo de ustedes, aquellos que salieron con el anhelo de volver a sus hogares no encontrarán la vía de regreso.

Seguiremos trabajando en la construcción de una Colombia desde el imperio de la ley, el Emprendimiento, la promoción de la iniciativa individual y el cierre de las brechas sociales. Todos nuestros esfuerzos están orientados a la Equidad.

Hoy Colombia le dice al mundo que es el momento de la determinación para transformar nuestras sociedades; es el momento de la firmeza para enfrentar la tiranía y es el momento de la grandeza, para para que todos los ciudadanos del mundo podamos vivir con dignidad.

Muchas gracias. 

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