Junior lleva 26 días a la espera de que le asignen una cirugía.
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Joven está a punto de perder su pierna por presunta negligencia médica en La Misericordia

José Acosta ha pasado por tres clínicas en un mes. En la última de ellas, le han programado para cirugía en 4 ocasiones y siempre ha habido una excusa para cancelarla.

José Acosta Jiménez es un joven de 28 años de edad que, desde el pasado 19 de junio, cuando sufrió un grave accidente de tránsito por evitar un atraco, ha tenido que luchar contra el sistema de salud para no perder una de sus piernas que, desde aquella noche en que se accidentó, la tiene partida en cuatro partes.

La tragedia de este joven –que mantiene a su esposa, su hija de 6 años y su bebé de apenas 10 meses con un salario mínimo– comenzó cuando se dirigía a su casa en su moto después del trabajo. En medio de la noche, en la vía alterna al puerto de Santa Marta (equivalente a la Circunvalar de Barranquilla), de la nada le lanzaron un tronco a la carretera y, por tratar de esquivarlo, terminó chocándose contra un taxi, recibiendo la mayor parte del impacto en su pierna izquierda.

Jose cayó sentado sobre el piso y, totalmente consciente pero inmóvil, fue testigo cuando de la oscuridad aparecieron cinco jóvenes delincuentes, todos menores de edad, y le quitaron lo poco que llevaba mientras él agonizaba de dolor. Media hora después apareció una ambulancia y la policía.

“La pierna era una S, desde la cadera. Tenía 4 fracturas y estaba botando sangre. Recuerdo que levanté mis manos al cielo y puso mi vida en manos de Dios y le dije si me tenía que llevar, me llevara, ahí fue cuando llegó la ambulancia”, rememoró José.  

El primer centro asistencial a la que fue trasladado José Acosta –Junior, como le dicen sus conocidos– fue la clínica Bahía. Allí perdió el conocimiento y cuando se levantó tenía unos clavos a lo largo de toda la pierna. En ese lugar fue donde le dijeron que el SOAT solo soportaba hasta 18 millones de pesos y que, de ahora en adelante, debía continuar con su EPS Salud Total.

De la Clínica Bahía lo trasladaron a La Milagrosa, que no contaba con los recursos suficientes para atender sus graves heridas. Hasta que al final logró que lo trasladaran a la clínica La Misericordia en Barranquilla, de quinto nivel de complejidad, adonde llegó el 30 de junio.

Ahí comenzó su verdadero calvario. Aunque se encuentra en una habitación independiente, a José le ha tocado ser víctima de las burocracias médicas y de la falta de coordinación, a tal punto de que en los 26 días que lleva hospitalizado en La Misericordia, le han asignado cuatro cirugías para atender las 4 fracturas que tiene (dos en el fémur, en la tibia, el peroné) y un tendón destrozado en un 40%. Pero en todas las oportunidades, se la han cancelado.

Junior relató a Seguimiento.co el viacrucis que ha tenido que vivir a la espera de que le asignen una operación.

 

“La primera cirugía me la programaron para el 11 de julio. Desde la noche anterior me tocó pasar hambre y lo mismo en la mañana, porque uno no puede comer para esta operación. Y al fin cuando era mi turno, salieron con que el intensificador se había dañado. Lo mismo me lo hicieron al día siguiente”, relata José, quien pese a ser de ánimos muy positivos, siente que su situación se está volviendo incontrolable.

En una tercera oportunidad, le programaron la cirugía para el martes 19 de julio en la sala de cirugías de La Misericordia y, nuevamente el mismo procedimiento: dejar de comer, pasar largas horas en la mañana esperando y, al final, la excusa ya no era el intensificador: ahora sucedió que los “materiales” que iban a utilizar en su cirugía, los usaron en otra operación. Al día siguiente, lo reprogramaron y le volvieron a decir lo mismo cuando estaba listo para pasar.

Por si este viacrucis fuera poco, según relata José, en una de esas ocasiones manifestó su inconformismo y uno de los camilleros lo tomó de mala manera, por lo que de regreso a su habitación lo estrelló contra las paredes en varias ocasiones, por lo que el paciente tuvo que elevar la queja por escrito.

“Me parece injusto que yo esté sufriendo un dolor insoportable, sobre todo el que tengo en el talón con el tendón destrozado y me hagan esperar por horas sin comer y en una camilla que aumenta mi dolor. Por eso uno de los días que me bajaron a cirugía, al ver que no la iban a hacer, pedí que me devolvieran a mi habitación. Aquel camillero me dijo que no tenía tiempo porque estaba muy ocupado y terminó llevándome de mala gana y empujándome por las paredes a propósito”, cuenta Junior quien se lamenta porque en la clínica en la que está deberían garantizarle la atención inmediata en vista de la gravedad de sus heridas.

Debido a esta negligencia, la nueva cirugía que le tendrán que programar a José Acosta tendrá que esperar unos días, pues al tener las heridas tanto tiempo expuestas, sufrió de una infección que tendrá que ser controlada antes de que puedan intervenirlo quirúrgicamente.

“Ahora debo esperar al infectólogo que hoy (lunes) no pudo venir. Pueda ser que no llamen en algún momento a decir que tampoco podrá venir después, yo lo que veo es que cada vez mi caso se complica más y le pido a Dios y a los médicos que no pierda mi pierna”, dice José ya con la voz entrecortada, quien luego de un breve suspiro remata: “la necesito para trabajar, para mantener a mis hijos”.