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El puerto de Barranquilla y el vía crucis de la construcción del superpuerto

Lograr la participación del Distrito, su Área Metropolitana, Gobernación y la Nación, son vitales para el desarrollo del proyecto del superpuerto.

Basta repasar los titulares de los distintos medios de comunicación escritos para poder constatar los problemas que con frecuencia enfrenta el puerto de Barranquilla.

Primero empezando como lo dice el experto en puertos Enrique Lequerica “no existe un canal navegable en el puerto de Barranquilla. Por otra parte afirma que ese canal navegable debe ser definido tanto en profundidad como en anchura por la autoridad competente”.

En segundo lugar, revisando los titulares es fácil encontrar: cerrado el puerto por encallamiento de un barco, desviada embarcaciones a Santa Marta o Cartagena por la poca profundidad del puerto, la sedimentación que ocasiona la construcción del nuevo puente sobre el río Magdalena , por la falta de modelación hidráulica y los cambios geomorfológicos que se dan en el río, tal como lo expresamos en el artículo “La falta de decisión de Cormagdalena y el gobierno nacional para con el puerto de Barranquilla y el río Magdalena” inciden en la disminución de la profundidad y anchura del puerto.

En vista del rol que juega para la ciudad, el Departamento del Atlántico y la Nación, la importancia de contar con un puerto que funcione sin restricciones las 24 horas del día, con capacidad de carga y descarga y almacenamiento, como de vías de acceso y transporte intermodal adecuado a la circunstancias , unos visionarios empezaron a tratar de cristalizar una idea que surgió en el año 1.992, de construir un puerto de aguas profundas ubicado posiblemente en el tajamar occidental a la altura de los kilómetros 5 y 6 del barrio Las Flores , al cual llamaron “superpuerto”.

Esa idea se empezó a convertir en realidad al constituir una sociedad anónima , llamada “Sociedad Portuaria Bocas de Ceniza” mediante escritura pública No 1789 , del 1 de julio de 1.993, otorgada por la Notaría primera , inscrita en la Cámara de Comercio, el 3 de agosto de 1.993, liderados por los empresarios Emilio Lébolo Castellanos, Manolo del Lago, Gabriel Martínez Aparicio y las empresas : Área Metropolitana de Barranquilla, Líneas Agromar, Cementos del Caribe(hoy ARGOS),Muelles El Bosque, Plásticos de la Costa, Colmares y Sociedad Portuaria Regional de Barranquilla .

Estos empresarios comenzaron a diseñar las estrategias administrativas, financieras, técnicas y jurídicas para sacar el proyecto adelante, logrando que le concedieran la concesión preliminar en el año 1.993, y la definitiva mediante Resolución No 0960 del 19 de agosto de 1.998. Esa Concesión fue ampliada recientemente por Cormagdalena por 20 años más, hasta el año 2055. La licencia ambiental del proyecto, fue otorgada mediante Resolución No 0676 del 28 de julio de 1.998, por el Ministro del Medio Ambiente en ese entonces Eduardo Verano de La Rosa, quién a su vez ha sido gerente de dicha concesión en estos últimos años, antes de volver a ser elegido nuevamente gobernador del Departamento del Atlántico.

El proyecto como lo pueden constatar ha pasado por un vía crucis, en el cual sigue inmerso por las dificultades encontradas en el camino, a pesar de los beneficios que arrojara de acuerdo a los estudios para el Departamento del Atlántico y principalmente para su ciudad capital: 1.900 empleos directos y 8.000 empleos indirectos, a los cuales habría que sumarle los beneficios de hacer al Departamento y a Barranquilla más competitivo al permitir la llegada de buques de mayor capacidad de carga, lo que no solo abarata los costos de las mercancías de importación y exportación sino que también el costo del transporte.

Por qué es importante que la entidad territorial y el puerto permanezcan unidos

Lograr la participación del Distrito de Barranquilla, su Área Metropolitana, la gobernación del Departamento del Atlántico y la Nación, son vitales para el desarrollo del proyecto del superpuerto, porque esa participación ayuda a mitigar los efectos negativos que se presentan regularmente entre ciudad y puerto, como: el aumento del tráfico de vehículos pesados, congestión vial, obstrucción al borde costero, ruido contaminación, delincuencia, entre otros problemas.

Esos inconvenientes se resuelven normalmente haciendo participe a la administración distrital , a la gobernación y a la Nación, que al lograrse genera los siguientes beneficios : proyecta la ciudad , el Departamento y la Nación ,nacional e internacionalmente, genera empleos directos e indirectos en gran volumen, permite el desarrollo del comercio y del turismo, garantiza la instalación de nuevas industrias tanto nacionales como extranjeras, incluso puede generar nuevos desarrollos industriales por la posición estratégica de la ciudad y por la ubicación del puerto, genera mayor conectividad, incrementa la competitividad en la Región y en el país, incrementa el número de camas para los marinos, garantiza seguridad y genera servicios especializados como Aduanas, y plataformas logísticas.

Un proyecto de la magnitud del superpuerto, donde inicialmente hay que invertir US$400 millones de dólares, es decir $1.1 billones de pesos, NO es posible realizarlo si no se cuenta con la participación accionaría de las entidades territoriales del entorno del proyecto y de la Nación, por lo que hemos explicado anteriormente en este escrito.

Pretender como lo piensan algunos, que el Distrito de Barranquilla, el Departamento y, la Nación NO inviertan en el superpuerto , que es la obra más transcendental que se hará en este siglo 21, en Barranquilla, es un desacierto . No hay duda que ese proyecto transformara a la ciudad, con grandes cambios económicos, sociales y culturales. Obras de esa magnitud de por si constituyen una fuente de ingresos para la ciudad por la dinámica que genera un proyecto de este tipo. Esa es la inversión que se debe hacer en megaproyectos que conlleven a grandes cambios urbanísticos, empresariales, industriales y comerciales.

Los nuevos socios, entraron al negocio porque son conscientes que la ciudad necesita un puerto que le garantice estabilidad y seguridad en el comercio dado el papel que para Barranquilla significa su puerto. Por ello como empresarios que saben asumir riesgos decidieron invertir su dinero para revivir el proyecto que se estaba estancado por varias circunstancias.Le compraron a los antiguos socios que quisieron vender .Algunos fundadores del proyecto fieles a su idea continuaron en el negocio como  Manolo Del Lago, Gabriel Martínez Aparicio entre otros, quienes conjuntamente con la familia Daes y Matthos, se dedicaron a poner en orden los aspectos jurídicos de la concesión, pagar la deuda que se tenía pendiente con Cormagdalena y el Distrito de Barranquilla, por la contraprestación portuaria, a buscar un socio capitalista y un socio que sepa del negocio, contratar consultoría especializada para la realización de los estudios de los diseños, planos técnicos y las proyecciones financieras para calcular la tasa de retorno del capital invertido. De acuerdo a esas proyecciones financieras la inversión final puede estar oscilando entre los US$800 o US$1.000 millones de dólares.

La inversión de los privados retorna totalmente al Distrito de Barranquilla

Por muy estrecha, que sea la situación financiera de la Nación y el Distrito, el primero por estar arrastrando un déficit fiscal cercano o superior al 6% del PIB y, el segundo por tener la mayoría de sus ingresos comprometidos con vigencias futuras excepcionales hasta el año 2045, no puede ser motivo como lo expresan algunos columnistas que no ven con buenos ojos que la ciudad y el Departamento sean socias del proyecto.

Se les olvida a esas personas que la concesión portuaria “Bocas de Ceniza” durara hasta el año 2055, y que esa inversión que realizan tanto el privado, como la Nación y las entidades territoriales retorna al Distrito de Barranquilla una vez finalice la concesión. Tampoco cuantifican los beneficios que en la etapa de construcción y en la finalización del proyecto le generara a la ciudad, lo que conllevara a mejorar su flujo de caja, sin necesidad de sacrificar la inversión en otros sectores y especialmente en la inversión orientada a disminuir los niveles de pobreza extrema y de pobreza que tanto necesita la ciudad.

Por último, es bueno que se sepa, que los mayores accionistas están dispuestos a vender parte de sus acciones principalmente a los Atlanticenses, pero también a todos los colombianos que deseen comprar con la finalidad de asegurar hacia futuro unos buenos dividendos.

Proyectos de esta magnitud, que benefician a la ciudad como el proyecto de La Loma, donde se pretende montar un desarrollo urbano alrededor de la construcción de la nueva sede para la alcaldía de Barranquilla y el desarrollo que este proyecto jalonará al sector de Barranquillita y su entorno, deberíamos invertir todos los barranquilleros con capacidad financiera para comprar por lo menos una acción , así todos seremos dueños de esos proyectos y estaríamos contribuyendo a generaran empleo, riqueza, bienestar y desarrollo a nuestra urbe .

Jorge Vergara Carbó, presidente ONG “Cívicos en acción”

 

 

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